3.-Reflexión sobre el nivel de desempeño logrado en la competencia de evaluación del proceso enseñanza aprendizaje
En lo que respecta a la evaluación del proceso de enseñanza aprendizaje, manifiesto total preocupación por realizar instrumentos integrales que apunten a la eficacia y propicien una recogida de información completa en lo que respecta a considerar; habilidades, estrategias, conocimientos previos, necesidades, intereses, etc.Esto me ayuda enormemente en formular apreciaciones que apunten a un camino correcto de diagnostico, pues no olvido que la evaluación debe ser de proceso, por lo tanto, ello amerita un trabajo minucioso y riguroso en virtud a juicios sustentados en una observación monitoreada, modelada y retroalimentada.
"Las evaluaciones que se cierran sobre sí mismas, que no tienen más finalidad que decir que se han hecho no tienen razón de ser. Aquellas que tienen fines pedagógicamente pobres tienen poco significado para aprender y mejorar. Y son reprobables aquellas evaluaciones de las que se derivan comparaciones injustas, clasificaciones insensatas, descalificaciones agraviantes o exclusiones perversas. Son admirables los usos didácticos, éticos y políticos de la evaluación. Son inadmisibles los abusos" (Santos Guerra, 1995).
Por otra parte la evaluación "permite más que juzgar una experiencia de aprendizaje, intervenir a tiempo para asegurar que las actividades planteadas y los medios utilizados en la formación respondan a las características de los alumnos y a los objetivos planteados, con el fin de hacer que ésta sea una experiencia exitosa" (Allal, L.; Cardinet, J. 1989).
Lo señalado anteriormente por Santos Guerra, apunta a propiciar una evaluación completa que no caresca de vacios pedagogicos, pues en la medida que conosco el contexto, estilos de aprendizaje, apreciaciones, intereses y necesidades de lo estudiantes, mayor será la acertividad de mis juicios e interpretaciones, posibilitando detectar actividades que nutran aquellas deficiencias de aprendizaje y habilidades de cada estudiante.
Señalo e insisto de modo muy personal, la importancia de crear herramientas que detecten las posibles potencialidades de los estudiantes así como aquellas falencias que obstaculizan sus capacidades. A mi parecer la base del estudiante se cultiva en función a los intentos de realizar un buen trabajo en el aula, pero lo más importante es el refuerzo que en paralelo suplan los propios padres, es inconcebible que los padres no se hagan participe de la gran tarea de la enseñanza, si esto no es trabajado jamás se llegará a metas concretas y quedarán vacios permanentes en ciertas áreas. Quizás, lo más engorroso al momento de evaluar y planificar es concebir un prototipo de formato que al final termine beneficiando a unos pocos, pues a partir de mi experiencia puedo decir que una clase “no siempre puede salir perfecta” y me hago cargo de lo que estoy diciendo, siempre existirán momentos en las cuales perjudicarán o alentarán nuestro plan de trabajo.
Por eso es necesario introducir la metaevaluación como herramienta de análisis. Es decir, que hay que evaluar la evaluación. Su rigor, su ética, su finalidad. Hacer evaluaciones sin ton ni son no sirve para mucho. O, lo que es peor, puede ser perjudicial. Hay que saber a quién sirve la evaluación y qué valores promueve (Santos Guerra, 2008).
Ahora, al momento de realizar un prototipo de evaluación concebi como herramienta lista de cotejo, rúbrica de evaluación, evaluación de proceso y metacognición. Destaco la factibilidad de estas herramientas, pues si bien no arrojan con total exactitud la panorámica en concreto de lo aprendido en clases, a ciencia cierta nos otorga ciertos indicios rescatables que podemos mejorar al momento de fortalecer cada vez más nuestras actividades, lo que me deja tranquilo al fin y al cabo.
La patología de la evaluación que se realiza en la escuela (Santos Guerra, 2003) debería ponernos al acecho respecto a todos estos peligros. Evaluar sólo a los alumnos y alumnas, sólo sus conocimientos adquiridos, sólo de manera cuantificable, sólo de forma descendente es en sí mismo una limitación censurable. En esta forma de evaluar están instalados muchos males de la institución. Porque la evaluación está impregnada de poder. Un poder elocuente que reduce a los evaluados al silencio.
Muchas investigaciones sobre evaluación ponen de manifiesto (López Pastor, 2009) que la finalidad que las impulsa es tan sustancial como la metodología con la que se realizan ¿Qué se pretende con la evaluación? Si la finalidad fundamental es la comprobación, la comparación, la clasificación, la jerarquización y el control nos topamos con una evaluación de menor potencia transformadora que la que persigue el diálogo, la comprensión y la mejora.
Por otra parte si tuviera que evaluar mi desempeño en mis intervenciones en el establecimiento Scole Creare, destacaría enormemente la participación activa y compromiso para con los estudiantes, pero a esto debo acotar la empatía que se necesita para obtener estos resultados. Felizmente para mí, contar con una personalidad aprensiva y emotiva, ha jugado a favor en mi persona así como a la vez en contra, me explico, por una parte tengo llegada con los niños/as y niñas, lo cual me da un plus destacable al momento de entablar interacciones productivas con ellos. No así cuando intento imponer orden en la sala de clases y actividades desafiantes, que lamentablemente no es concebido como algo gratificante del todo por parte de los estudiantes, lo cual me achaca pero no del todo, pues tengo fe que no siempre es así.